Secretos a buen recaudo

Gracias a la nueva Ley de Secretos Empresariales y su reciende entrada en vigor, las empresas disponen de nuevas armas para proteger su información

Alba Navarro, consultora legal de Gesem expone que “no es que hasta la fecha las compañías estuvieran completamente desprotegidas, pero debían recurrir a una legislación dispersa y no siempre resultaba fácil lograr que se aplicara. Ahora se regula esta cuestión en una ley específica, en realidad, la transposición de una directiva europea”.

Esta nueva norma por primera vez define que puede considerarse un secreto empresarial y que no, basándose, entre otros, en aspectos como que la información debe tener un valor comercial otorgando una ventaja a quien la posea.

Y aquí es donde fallan la mayoría de las empresas alicantinas, que todavía no han establecido protocolos para proteger su información, en especial, en relación a sus empleados, que son la principal fuente de fugas “tanto de forma voluntaria, como involuntaria”, según explica Alba Navarro. “En muchos contratos de trabajo se incluye una cláusula de confidencialidad, pero eso no es suficiente porque la normativa exige que se aclare qué información se puede divulgar y cuál forma parte del secreto empresarial. Lo que estamos aconsejando es que se redacten anexos en los que se establezcan este tipo de cuestiones, para que luego puedan servir de base en los juzgados ante cualquier problema y también para que el propio trabajador lo tenga claro. Muchas veces no es consciente de que no debe dar determinada información».

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